jueves, 26 de abril de 2018

Pelotitas negras debajo del liquidambar

 

I

Sábado 31 de marzo de 2018. Cerca de la parada de la esquina hay un liquidambar joven (Liquidambar styraciflua) que ofrece sombra mientras uno espera. Hay que ver lo positivo: al tener que esperar, uno advierte la cantidad de pelotititas negras que hay solo debajo de este árbol. ¿Semillas?

II

No. Apreté una entre los dedos y se deshizo.
Fue Mariluz quien levantó la cabeza y vio unos fornidos, bien alimentados y melenudos bichos peludos.

Había que aprovechar esta oportunidad, que es cuando uno sabe qué come una oruga.
Saqué fotos in situ. Corté una ramita con el bicho más crecido, lo puse dentro de un bidón de agua mineral por supuesto vacío y le agregué unas hojas frescas de liquidambar y un algodoncito mojado por sí el agua de las hojas no le era suficiente.
Al cabo de unos 12 días lo notamos inapetente y hasta moribundo.

III

Domingo 15 de abril de 2018. De nuevo Mariluz buscó la respuesta. ¡Y la encontró! Una polilla imperial, Eacles imperialis opaca. Aquí, en comocriarmariposas.com.ar.
Y después en el bidón:
La oruga se transformó en pupa y dejó como testigo de su anterior etapa una muda vacía.
Tras el aspecto moribundo se escondía el cambio de etapa. Esta pupa luce un color castaño rojizo pero no sanguinolento como parece en la foto. Se redujo de longitud, de unos 10 cm a unos 6cm.
Ahora sé qué hacen esos bichos peludos grandes y gruesos caminado errantes por la vereda, como esperando la muerte: están buscando suelo para enterrarse... ¡y encerrarse en un capullo de barro!

IV

Así que la cubrí de tierra húmeda pero sin sepultarla completamente. Surgen incertidumbres. Debía hacer el capullo de barro y no pudo. ¿Podrá sobrevivir así? Esa muda vacía, ¿cómo logra sacársela dentro de ese capullo? ¿Precisará de condiciones de humedad, aire, temperatura y profundidad muy específicas para lograr alcanzar su vida adulta? Solo resta esperar... hasta la primavera.

Fotos: ciencia20

Continúa en la segunda parte.

lunes, 23 de abril de 2018

No eran biguás ni biguaes ni macás ni macaes

Juro que en algún lugar de la foto está la bandada del hallazgo avanzando de derecha a izquierda. 

  • Cuándo: 26 de marzo de 2018, 18:43 horas.
  • Dónde: Punta del descanso, punta rocosa ubicada entre la Playa Brava y la Playa Malvín (Montevideo).

Estábamos merendándonos entre las rocas y el viento fresco que soplaba, cuando la niña Manuela advirtió un grupo de aves acuáticas que nadaba muy cerca de la costa en dirección oeste-este. El grupo estaba pasando a unos 10 metros de nosotros.
Los miré de reojo sin mucha atención, pensando que serían las aves del título, tan comunes en estas costas, que se zambuyen para pescar. Aunque ahora que lo pienso no las recordaba pescando en grupo. Sería una decena de individuos o un poco más.
Tomé la observación de Manuela más en serio: aves de cabeza y cuello negro; lo gracioso era que cada una tenía espuma blanca alrededor, contrastando con el marrón del estuario. ¿Cómo era posible?
Las seguí con la mirada hasta que algo muy notable sucedió: levantaron vuelo. Y ahí me di cuenta que la espuma blanca era el plumaje blanco del cuerpo.
-"¡Cisnes de cuello negro!"-, grité entusiasmado por el hallazgo. Me los hacía en alguna laguna costera del este, pero no en la costa montevideana.
El cisne de cuello negro, Cygnus melancoryphus, no está amenzada pero es una de las aves prioritarias para la conservación en Uruguay (SNAP, 2013).
Sin la frescura e insistencia infantil de Manuela, mi aburrida anticipación hubiera ahogado este feliz hallazgo.
Foto: ciencia20