domingo, 23 de abril de 2017

Aguatero sin agua

¿Ves lo que vio Lucía?

I

  • 19 de noviembre de 2016
  • Malvín, Montevideo (Uruguay)

Lucía salió de la casa, atravesó el jardín, llegó a la vereda y, su poderoso sentido de la observación le dijo que había presente un elemento inusual: algo que asomaba por el portón junto al muro.
Me llamó con insistencia porque el hallazgo valía la pena. Acudí sin tanta expectativa. Pero sí: realmente valía la pena. Con extraña confianza me fui a buscar la cámara, como si “él” tuviera la obligación de esperarme. Y me esperó. Le saqué una primera foto. Avancé un paso y saqué otra. Avancé otro paso y saqué otra. Hasta que lo tuve a unos 2 metros. Buscaba y buscaba en la memoria para responderme: ¿qué puede ser? Pero nada.
De inmediato se dio vuelta y se ocultó entre los arbustos de jardín. Con aire de suficiencia le di una vuelta al jardín, seguro de tener otra oportunidad de sorprenderlo y robarle otra foto. Pero nada. Desapareció. Casi una leyenda.

II

Más tarde, aproveché el viaje de ómnibus para buscarlo en la guía: buscaba unos lunares blancos sobre fondo negro en las alas, y unas líneas amarillas cruzadas en el dorso. Pero sobre todo el pico largo terminado en pequeña curva descendente. Y llegué al único candidato posible. No estaba tan convencido. Pero ver las fotos que logré, y contarle a otros de esta valiosa e inesperada observación, me sacaron las dudas: un aguatero, Nycticryphes semicollaris. Propio de “pantanos y sabanas inundadas”, impropio de veredas y jardines.

III

¿De dónde vino? ¿De alguna punta rocosa de la costa? ¿Del Parque Baroffio? ¿Del Parque Rivera? ¿De los Bañados de Carrasco? ¿Bajó a descansar un poco antes de seguir viaje? ¿Se desorientó? Me hizo acordar a la vez que, buscando la llave para entrar a mi casa, noté de reojo que un pajarito se movías en el cantero que está junto a la ventana que está a la izquierda de la puerta de entrada. Logré verlo bien, no era ni una ratonera ni un gorrión ni un chingolo era un junquero (Phleocryptes melanops). De nuevo: ¿qué hacía ahí?

Los seres vivos no son robots predecibles.    


Fotos: ciencia20